19 de noviembre de 2010

Fuego

 
La noche en que las llamas danzaron
no había luna.

El cuerpo
-mi cuerpo-
oscilaba al ritmo
del fuego.
Y no sé
si fue la fogata
si fueron esos ojos,
pero
las inhibiciones
se desplomaron
una a una
junto con la ropa
sobre la arena.
El aire nocturno
me empapó la
piel.

Las llamas se pintaron
sobre nosotros,
como si nos hubieran dibujado
con un solo lápiz,
una sola línea.

Cómo me llamaban
esos ojos

Y bailamos.

La misma
música silenciosa
las mismas
ondulaciones
con las que todos
nosotros hemos adorado
a los dioses
-sin saberlo-
desde siempre.

Entonces,
mientras su piel mojada
de noche
de sudor
se acercaba cada vez más,
me reveló
la sonrisa secreta
de los que bailan alrededor
del fuego.

Nosotros fuimos los que
ardieron
después de todo
la noche en que las llamas
danzaron.
 

12 de septiembre de 2010

Llevo una flor roja

 
Llevo una flor roja
en el pecho
eso
debería decírtelo todo
(más de lo que me convendría que supieras)
¿no es cierto?

debería hablarte
de un anhelo de posesión

de unas ganas de
romperte el alma
(es sólo un juego)
de quebrar tu control

oh, ¡cómo me gustaría!

Esta flor
te dirá que
adoro
ver
 
a un hombre
 
de rodillas
 
suplicándome
 

27 de julio de 2010

public transportation II

 
he was so
fine
and he was leaning on me
his hand
bearly touching
my hand
almost caressing
and he smelled
oh
so good
 

5 de abril de 2010

En el altar

 
Amanecía.
El bosque despertaba, todavía frío y húmedo, de la larga
noche
de invierno.
A los pies de la estatua,
una figura arrodillada se balanceaba siguiendo el ritmo
de una plegaria interior
Gotas
de sangre
resbalaban
del
altar,
coronaban el silencio.
El humo blanco del incienso palpaba
cada centímetro del antiguo templo.
La figura de mármol sostenía
el arco con las dos manos.
Desde esos ojos,
Ella miraba.
La sangre dejó de gotear.
Las palabras ascendían con el incienso
resonando en silencio dentro de la piedra y
de la presencia dentro de ella.
    - Por favor, Señora, dame valor mañana. Me salvaste la vida
   una vez, no quiero morir en el primer asalto… te pido que
      mañana,
    mis golpes sean mortales,
    el sol ciegue a mi enemigo,
    mi mano no tiemble…-

Como caricias,
sus palabras,
tan cálidas; él
temblaba.
La diosa lo miró, con ojos de piedra.
Parecía tan indefenso, su mortal adorador.
No sabía cómo
consolarlo. Quiso estirar la mano,      y recordó que era        incorpórea.
Quiso estrecharlo entre sus brazos, pero
eso no era propio de
Ella.
Ese llanto bien podría
romperle el
corazón.
Trajo una brisa cálida que lo envolvió
-casi-
con ternura.
          Tal vez si pudiera…
A lo lejos,
el llamado de las tropas, la orden de partir.
El joven soldado contempló
el rostro blanco, con
amor, por última vez
Y salió.
Los ojos de la estatua parecían
brillar

tal vez era sólo un tibio rayo
de Sol.
 

23 de enero de 2010

Final

 
Su voz era grave y profunda, como plata líquida a la luz de la luna

Las palabras –pensó-

Las palabras crean realidades.

Invisibles, momentáneas, perfectas.

Mentirosas.

¿Cómo regresar al mundo?

¿Cómo despertar del sueño sin querer volver a dormir?

Con la punta del dedo, acarició la tapa del libro.

Punto final,

silencio.

No me dejes -quiso decir-

La página en blanco.


Adiós…