19 de noviembre de 2010

Fuego

 
La noche en que las llamas danzaron
no había luna.

El cuerpo
-mi cuerpo-
oscilaba al ritmo
del fuego.
Y no sé
si fue la fogata
si fueron esos ojos,
pero
las inhibiciones
se desplomaron
una a una
junto con la ropa
sobre la arena.
El aire nocturno
me empapó la
piel.

Las llamas se pintaron
sobre nosotros,
como si nos hubieran dibujado
con un solo lápiz,
una sola línea.

Cómo me llamaban
esos ojos

Y bailamos.

La misma
música silenciosa
las mismas
ondulaciones
con las que todos
nosotros hemos adorado
a los dioses
-sin saberlo-
desde siempre.

Entonces,
mientras su piel mojada
de noche
de sudor
se acercaba cada vez más,
me reveló
la sonrisa secreta
de los que bailan alrededor
del fuego.

Nosotros fuimos los que
ardieron
después de todo
la noche en que las llamas
danzaron.