8 de octubre de 2009

Caminata nocturna

Imposible disimular el ruido de las pisadas.
El crujir y crepitar de ramitas y hojas secas me señala, como un faro, donde quiera que vaya.
No puedo esconderme.
Despacio, despacio.
Me estoy perdiendo, ya no sé dónde quedó el sendero.
Viento.
El sol desaparece, el aire es azul. La noche viene.
Pisadas. No. ¿Qué es?
Más rápido, ahora.
Huelo verde, sé que no debo correr.
Silencio. La mirada azul.
Él baja las orejas y da un paso.
Respiro por la boca, no hago ruido
pero el corazón, no entiende.
Se acerca y retrocedo.
Despacio, despacio.
Un rayito de luna brilla en sus dientes.
Viento.
Nada más.
Una sombra salta a desgarrar la yugular.
Silencio.
Cierro los ojos, sólo unos segundos más.
Caemos, por fin.
Un leve gruñido y clava los dientes, tiene hambre.
El calor de su aliento,
el sabor de la sangre también
en mi boca.
Ya está…

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